domingo, 16 de diciembre de 2012

Prólogo: Una niña que toca el piano.

¡Buenas tardes, lectores! Tras el inicio de las votaciones para los dos personajes que faltan en Michelle ayer, ¡hoy os traigo el esperado prólogo de la historia! Siento haber tardado tanto, y es bastante cortito pero aún así... Yo espero que os guste y lo disfrutéis :D.




La niña que toca el piano

*NOTA: Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee el capítulo. Es la razón por la que he tardado tanto y, si vuestro ritmo de lectura es más o menos igual que el mío, encajará y quedará muy bien :).

Un vehículo con la radio encendida, entre los miles que había en ese maldito atasco.
-Me cago en la… - murmuró el conductor, pero la mujer que iba sentada a su derecha le acalló con una mirada severa. – Perdón. ¿Micht, tú me has oído?
Se giró para ver a la niña que iba en la parte trasera, una cría de apenas cinco años que estaba demasiado ocupada escuchando la canción que sonaba por el altavoz, como para hacer caso a su padre.
-¿Ves, Lenna? No me ha oído
La mujer del asiento del copiloto, alzó la vista al cielo.
-Algún día repetirá lo que dices, y tendrá problemas en el colegio por tu culpa.
-Sabes que no. Es demasiado lista.
Y en efecto lo era. Los dos adultos sin embargo, no se dieron cuenta hasta dos horas más tarde, cuando su hija volvió a cantar ya sin música, la primera parte del condenadamente largo himno de Francia.
Era lo que pasaba cuando, haciendo zapping entre emisoras, te quedabas sin querer en medio de un programa cultural.
***
“La misma niña, seis años más tarde, estaba sentada en el pequeño taburete mullido que había delante de un precioso piano de cola.
-Si es capaz de aprenderse la partitura para cuando venga su madre, le pago los estudios y costos musicales hasta que ella pueda trabajar. Si no, se los doy a tu sobrina, Markus.”
-Señorita Parker, ¿podría hacer el favor de prestar atención?
-Sí, señor Effeson
“La mañana pasaba, y la pequeña no había entendido ni un solo dibujito de aquel papel con rayas. Una mujer de cara avinagrada sonrió ante ello, La anciana señora empezaba a aburrirse.
El único hombre de la sala se estaba desesperando, mientras la niña ponía su alma en desentrañar aquello que habían puesto encima del piano.
-Papá, no lo entiendo – susurró avergonzada.”
-Señorita Parker, ya le he advertido antes que preste atención. ¿Nos agraciaría siguiendo la lectura, como el resto de su clase?
-Por supuesto, señor Efferson.
“Entonces al hombre se le iluminó la cara.
-¡Por supuesto! – las mujeres le miraron sin comprender – No le han enseñado a leer partituras, no puede hacer algo sobre lo que ni siquiera le han hablado.
-¿No era tan lista tu hija, cuñado? – atacó aquella serpiente a la que la naturaleza se había empeñado en poner en el cuerpo de un ser humano.
-Probablemente más que tú, Lavinia, – respondió el hombre impregnando cada sílaba de veneno - pero no por ello adivina. ¿Mary Jane, le importaría tocar la melodía?”
-¡Señorita Parker, ya me está cansando!
-Señor Effeson, estoy siguiendo la lectura
-¿Ah sí? – la vena del cuello de aquel nuevo profesor de literatura empezaba a alcanzar proporciones desmesuradas. Recurrió entonces a la estrategia por excelencia para cazar mentirosos. - ¿Puede entonces continuar por donde estábamos?
Los alumnos entonces rieron, y al hombre hasta se le hinchó el pecho con orgullo, creyendo que ridiculizaría al fin a esa niña descarada. Pobre iluso.
“La anciana se dirigió al piano y, rápidamente, hizo sonar las notas de la canción. La niña le observó atentamente, fijando la vista en el movimiento de cada dedo sobre cada tecla, en cada gruñido emitido desde el interior del piano. Y cuando la señora finalizó, esbozó la más feliz y amplia de sus sonrisas.
-¿Lo tienes, amor? – preguntó el padre con voz dulce. La pequeña asintió, a la par que la mujer dejaba libre el taburete para que ella se sentara. Inspiró hondamente y dejó que sus dedos repitieran lo que había le había visto hacer.
Entonces lo oyó. El buzón de voz de un teléfono móvil acababa de saltar, dejando el recado de una voz femenina:
-¿Cariño? Hola soy yo. Llegaré en dos minutos, ya veo la casa. ¡Espero que toda vaya bien!
No, todavía no, necesitaba unos instantes de más. La niña apretó el ritmo de la melodía.
-Vamos – susurró entre dientes.”
La muchacha se levantó, cerrando el libro que tenía encima del pupitre. Ni siquiera necesitaba eso, tenía memorizada la lectura desde antes de que el profesor entrara en la clase, y había contado por el verso en que irían a cada momento.
-Pero mudo, y absorto y de rodillas… - comenzó
“-Mitch, no te preocupes – intentó calmarla el padre, aunque él estuviese igual de nervioso que su hija, mientras observaba impotente cómo un vehículo algo viejo y sucio se acercaba poco a poco a la salida de la autopista  que llevaba a la mansión.”
-Como se adora a Dios ante su altar…
“A pesar de las palabras supuestamente tranquilizadoras de su progenitor, la pequeña empezaba a agobiarse. “Venga” se dijo “Solo quedan unos pocos sonidos y se habrá acabado.”
-Se te acaba el tiempo… - canturreó la mujer-reptil, y el hombre le fulminó con la mirada
La pianista se mordió el labio, en señal de concentración.”
-Como yo te he querido… ¡desengáñate!...
“Unas últimas teclas bajaron y subieron rápidamente, en lo que el coche ya casi salía de la carretera principal.
-Ya casi… - murmuró”
-Así no te querrán - finalizó. - Gustavo Adolfo Bécquer
“Última nota, y la chiquilla suspiró aliviada. Se acercó corriendo a la ventana para ver a su madre…

Y sonó el PUM, que la lanzó hacia atrás.”
El timbre hizo acto de presencia a los pocos segundos de terminar la alumna la poesía, ante la atontada mirada de su profesor. Todos los jóvenes de la clase salieron del aula en cuestión de milésimas, como si de repente hubiesen despertado de un sueño. Ella, con más calma, recogió los papeles y libros esparcidos por la mesa, los metió en una mochila verde oscuro y abandonó con paso firme la clase.
-Buenas tardes señor Effeson – se despidió.
En el pasillo, abrió la única taquilla metálica que no estaba decorada con pegatinas, fotos, o cualquier otra cosa. Sacó un par de tomos obligatorios que le habían prestado, y estaban en un lamentable estado, y una de sus dos libretas, la de color azul.
Bajó las grandes y sucísimas escaleras, sin pararse a hablar con nadie, y siguió su camino por la acera que giraba a la izquierda. Recibió un par de saludos que respondió con un simple gesto de su mano. A ellos no les extrañaba que avanzara sola y en silencio.
Así era Michelle Parker.

***

¿Y bien? En fin, espero que os haya valido la pena la espera, y hayáis disfrutado del prólogo :). Siento deciros que dudo que actualice esta historia con mucha frecuencia (cada dos semanas, como mucho), pero creo que si no, los capítulos saldrán mal, y prefiero tarde y bien, que pronto y mal.
¡Un beso, y comentad vuestras opiniones!



2 comentarios :

  1. Ohhhhh me ha encantado el prólogo, enserio:))
    Ojalá y puedas subir pronto los primeros capítulos, tengo muchas ganas de leerlos:D
    Un besooooo

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias Julia! Me alegro que te guste ^^. Espero poder subir los capítulos lo antes posible, aunque me temo que necesitaré bastante tiempo :s.
      ¡Un beso!

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