sábado, 10 de diciembre de 2011

Una historia rapidita

A ver, esta NO es una historia como las que suelo escribir. Se suponía que era una redacción para clase de lengua, pero como había que publicar algo porque si no al única seguidora que hay va a acabar aburriéndose de mí (con toda razón) os la dejo. Como siempre, he dejado el final abierto en un continuará, para dar salida a nuevas versiones.
Introducción: No creo que haga falta, ya que se ve todo lo que debe verse en el microrrelato. La única condición era (porque repito, es una redacción para lengua) que tuviese algo que ver con un fragmento que leímos en clase de "El Cementerio de los Libros Olvidados" de Carlos Ruiz Zafón. Ese fragmento hablaba de la llegada de un chico llamado Daniel a una gigantesca biblioteca de libros olvidados, como el título dice. Pues bien, mi historia se basa en una niña llamada Candeia (y no Candela) que va una noche con un grupo de amigos a investigar ese lugar. Es una historia muy corta, pero espero que os guste :) ¡Ah! Si no entendéis algo, no dudéis en preguntar



Desde que era pequeña, Candeia había oído las mágicas historias de su abuelo, sobre un lugar escondido en el que todos los libros que ya no eran recordados eran bienvenidos para encontrar un nuevo dueño. Este lugar era conocido como el Cementerio de los Libros Olvidados. Ahora, sabía que ese lugar era real.

Ocurrió hace un mes. La niña, en una noche de insomnio, se despertó a por un vaso de agua. Al volver a su cuarto, atisbó la figura encogida de su abuelo, salir sigilosamente de la casa. Ante la enigmática situación, Candeia no tardó un minuto en calzarse unas botas, colgarse la llave de su casa al cuello y ponerse un grueso abrigo para seguir al anciano. La Navidad acababa de cerrar sus puertas, y cada palabra era una voluta de vapor en el frío aire invernal. La nieve lo había cubierto todo con su manto blanco, lo que hacía más fácil a la chica perseguir las huellas de su abuelo. Cuando ya llevaban tanto tiempo andando que los pies de Candeiatranquilizar. Estaba sorprendida por la existencia de la biblioteca del cuento, que había superado todas sus expectativas, feliz por haberlo descubierto, y enfadada con su abuelo por no habérselo enseñado. De todo este alboroto de sentimientos, solo sacó una cosa en claro: iba a volver al Cementerio de los Libros Olvidados, iba a investigarlo a fondo, a descubrir todos sus entresijos, e iba a hacerlo cuanto antes. Así inició su aventura en la biblioteca.

-¿Qué tal me ha quedado por ahora? - pregunta Mara

-Increíble. Va a ser una historia genial - respondo

-¿En serio? ¿Tú crees?

-Estoy segura. Y esta noche vas a conseguir terminarlo con hasta el más mínimo detalle.

Bueno, como ya sabréis por lo que ha escrito Mara, me llamo Candeia y hace un mes descubría que mi abuelo era el guardián de una enorme biblioteca. Desde entonces he estado planificando cómo volver a entrar. Este mes me he estudiado dónde está el cajón donde se guarda la llave para entrar, qué días se va mi abuelo y qué días no, cuándo debo entrar en el edificio y cuándo debo salir para aprovechar al máximo el tiempo y que no me pillen, y he hecho memoria de toda la información que poseo gracias a los cuentos que me contaban cuando era pequeña. Y esque, si hay algo que me guste más que leer, son las aventuras, y esta misión combina las dos cosas.

Por supuesto, al día siguiente de descubrir el misterio, se lo conté a Mara, ya que es mi mejor amiga. Estaba buscando un buen reportaje para el periódico del colegio, y aunque yo no quería que la gente descubriera el lugar, me prometió que lo disfrazaría para que fuese un cuento. A nuestro equipo se añadieron mi eterno compañero de clase Rodrigo, más conocido por Trasto, gracias a su habilidad innata para gastar bromas cuando no debe y meterse en líos; y el primo de Mara, Adrián.

Hemos quedado esta noche en casa de Trasto, y desde allí, ir al Cementerio de los Libros Olvidados. Volveremos por la mañana, pero por si acaso, nuestros padres se creen que estamos todos en casa de Trasto. Como los suyos no están, él no tiene problema. Cada uno lleva una mochila. Estamos a punto de salir dirección a la biblioteca con las bicis, cuando me doy cuenta de que hay una cabeza de más.

-Mara, ¿qué hace aquí tu hermano pequeño? - pregunto frunciendo el ceño

-Ah, eeeeh… - dice sonrojada. Al final admite - Esque me ha pillado y si no se chivará a mamá.

-Prometo no molestar - dice con cara de niño bueno Marcos, el diminuto y entrometido hermano de Mara, que a sus 8 años, de una forma o de otra, siempre consigue salirse con la suya.

-Qué remedio, tendrá que venir - respondo con los ojos en blanco.

Mientras salimos, mi amiga murmura:

-Más te vale - a lo que el crío responde con una sonrisa astuta.

Cuando llegamos a la portón ennegrecido, saco la llave, que he robado, mejor dicho “tomado prestada“ a mi abuelo. La verdad, esque ahora las calles me parecen mucho más sinuosas y espeluznantes que a la languidecida luz del alba de mi primera visita, pues a oscuras, todo saca su siniestro lado oculto. Con el mismo chirrido, la puerta se abre y todos entramos dentro. Se cierra con un sonoro “PUM” y todos nos apresuramos a sacar las linternas, pues la luz de la luna que antes nos iluminaba, ya no tiene rendija por la que filtrarse. Nada más hacerlo, empieza el primer reto de nuestra aventura: La linterna de Mara está fundida y la de Adrián no tiene pilas.

-Oh genial, solo tenemos dos linternas - protesta Marcos

-Niño, ¿no habíamos quedado en que no ibas a molestar? - le responde Trasto con una mirada fulminante, que a mí me hace gracia porque me recuerda a nuestro profesor de Sociales, pero el hermano de Mara está aterrorizado. Creo que mi amigo le intimida bastante - Además, así es más emocionante.

-Yo creo que tengo una linternita en el llavero si tienes miedo, primito - le bromea Adrián

-Ja, ja que gracia. Anda vamos a seguir

Cuando llegamos al verdadero principio de la biblioteca, la expresión de mis amigos es exactamente igual que la mía. Todos boquiabiertos, intentan seguir las interminables espirales de libros. Las linternas no son completamente necesarias, pues hay varias velas que proyectan unos ligeros halos de luz inquietante, así que las apagamos por si las necesitásemos luego con más urgencia. Cuando todos parecen volver en sí, digo a voz en grito

-¡Chicos, bienvenidos al Cementerio de los Libros Olvidados!

En uno de los pocos rincones en los que no había libros, nos sentamos todos en círculo. Empiezo a contar todo lo que sé por los relatos de mi abuelo sobre el lugar: que era costumbre que se eligiera un libro en la primera visita, que había que cuidarlo de por vida para que no fuese olvidado… Al terminar, Marcos se pone a correr por toda la biblioteca para ver lo grande que es, Trasto para de mirar para intentar descubrir cómo se sostiene todo aquello, Mara empieza a sacar fotos sin parar y a escribir en su pequeño cuaderno, y Adrián se pone a mirar todos los libros fascinado. Como no tengo nada que hacer, le sigo.

-¿Te ayudo a buscar uno? - pregunto

-Puff, no sé si podría elegir un solo libro. Hay…. tantos.

Estamos todos tan absorbidos por la magia del lugar que no nos damos cuenta de que las velas están empezando a apagarse, una tras otra. Solo cuando Marcos se cae porque no ve nada empezamos a fijarnos en ello. Intentamos llegar al rincón en el que dejamos las cosas, entre ellas las linternas. Tras unos 15 minutos de búsqueda, damos con ellas, pero, misteriosamente, la linterna de Trasto ha desaparecido.

-La habrá cogido él - dice Adrián adivinado mis pensamientos. Enciendo la mía y vamos siguiendo el llanto del hermano de Mara

-¿Estás bien? - preguntamos

-Creo que me he roto la rodilla

-Oh, por favor, si solo te has hecho una heridita

-¡Pues me duele mucho!

-Está bien, está bien, vamos a donde están las cosas y allí ya te lo miramos bien, ¿vale? ¡Mara, Trasto, ¿estáis bien?! - grito

-¡Sí, estamos juntos, pero no encuentro mi linterna por ninguna parte! ¿La tienes tú?

-No, creía que la habías cogido tú - esto cada vez es más espeluznante - Bueno, da igual, vamos para allá, Marcos se ha caído y tiene una heridita

-¡Pero que duele mucho!

-Sí, ya lo sabemos pesado - dice Adrián

Llegamos al punto de encuentro y a mi linterna ya no le quedan casi pilas. Nada más hacerlo, Mara corre hasta su hermano y le bombardea a preguntas:
-¿Estás bien? ¿Cómo ha pasado? ¿Te has roto algo? ¿Te has hecho mucho daño? ¿Se te ha infectado? ¿Ha sangrado? ¿Tienes…

-¡Mara, cállate ya! - grita Trasto - ¿por qué no se lo miras y decides tú qué tal?

-Buena idea - añado

La chica asiente y se pone a mirarlo

-Es solo una herida pequeña, pero ha sangrado y hay que cubrirla o se le infectará.

-Vale, creo que tengo un botiquín en la bici - responde mi compañero. Todos le miramos y él se encoge de hombros - Gajes del oficio. Después de las bromas a veces la gente te hace daño

-Me parece bien. De todas formas, esta aventura ya ha llegado demasiado lejos - dice Adrián

Le acompaño hasta la entrada e intenta abrir la puerta. Forcejea un rato pero esta no cede

-¡Maldita sea, la puerta se ha quedado atascada! ¡No se abre!

Nada más saber la noticia, Marcos rompe a llorar otra vez y no para de decir

-¡Quiero irme a casa!

Al final, su hermana pierde la paciencia y le espeta:
-¡Pues no se puede, así que ahora te aguantas! ¡Eso te pasa por seguirme! - eso solo consigue arrancarle más lágrimas - Oh, cállate ya

Así que estamos encerrados, con un herido llorón, una chica que ha perdido los nervios y unas mochilas. De repente, Adrián se pone a hablar

-Haber, se me ocurre una idea. Vamos a pasar aquí un tiempo, hasta que venga el abuelo de Candeia, así que mejor que durmamos un poco, ¿no? ¿Alguien se ha traído un saco de dormir? - todos excepto Marcos levantamos la mano - vale, propongo que hagamos turnos. Por ahora, yo me quedo fuera. En 1 hora, despierto a alguno y nos cambiamos, ¿vale? - todos asentimos - Bien. Mientras tanto, yo me tomaré algo de lo que hemos traído de comer.

Pero cuando estamos buscando los sacos de dormir, nos llevamos otra desagradable sorpresa: uno de los sacos de dormir ha desaparecido, más bien, toda una mochila ha desparecido

-¡Aquí hay alguien más! - grita el hermano de Mara soltando ríos enteros por los ojos

-Vamos, primo, ¿cómo va a haber alguien más? Candeia lleva un mes investigando y su abuelo no viene hoy.

-¡Pues entonces es otra persona!

-Aquí no hay nadie más, Marcos

-Vale, entonces - susurra muerto de miedo - ¿quién es ese?

Entonces reparamos en que, en nuestro grupo, hay 6 personas.
                                                                                                   CONTINUARÁ

¡Espero que os haya gustado!

6 comentarios :

  1. Lo de la mirada fulminante del profe de sociales te ha quedado muy bien!!!!

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  2. Jajajajaj ¿de donde lo habré sacado? XD
    Oye lele (oiss, se me hace raaro llamarte así jajaj) sabes k el blog esta para enviar historias y continuarlas no? A ver si t atreves a mandar algo, k tu tambn escribes muy bn!!!

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  3. Por fin, alguien que se acuerda!! Lele me dice, ah en serio, lo leíste?? Por cierto qué tal os va lo de la custodia compartida de la regla? XD

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  4. jajaja hoy me toca tenerla a mi! AH! y lele... sigue mi blog te guste o no el japonés, vale? -__-!

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